Hace 25 años, el académico y crítico literario inglés Gabriel Josipovici escribió un libro en el que rastreaba el inexplorado papel del sentido del tacto en la cultura. Aunque vivimos en un mundo dominado por el sentido de la vista, Josipovici sugería que solo a través del tacto podemos obtener una acabada comprensión de la realidad.

Para ilustrar su teoría, Josipovici se nutrió de elementos aparentemente inconexos de la historia de la cultura: la escena del apóstol Tomás tocando la llaga de Cristo se enfrenta a Luces de la ciudad de Chaplin; de las peregrinaciones medievales y la importancia del caminar transita a las historias de confinamiento de los poetas ingleses; el afán de los coleccionistas de memorabilia nazi le recuerda la época en que se creía que el toque del rey curaba las enfermedades. Estas historias forman en Tacto un collage excepcional de sus intereses intelectuales que, en su conjunto, no solo interpelan al mundo del aislamiento y la distancia, sino que también escrutan los límites del ensayo y la escritura.